6 ene 2013

Cuentos de sala de espera antes de mis 25 #1: Otra venezolana recién graduada y en cola

Durante cinco maravillosos años nuestra vida fue una montaña rusa de emociones, estudio, hojas de folio y RedBull. Fueron alrededor de cinco años en los que nos sentimos miserables, víctimas de una incomprendida miseria humana llamada resposabilidad de estudio y al mismo tiempo dueños y señores del universo (esto último probablemente con examen bien calificado en mano antes de salir a unas cortas vacaciones en la playa) Cinco años que pasan en un abrir y cerrar de ojos, y sin que nos lo pregunten, sin que podamos digerirlo, sin tener chance si quiera de acostumbrarnos al paseo en la susodicha montaña rusa, nos encontramos confundidos viendo al infinito con carpeta manila en mano haciendo cola para registrar nuestro acto de grado. Graduarse en Venezuela es asunto serio. Si Ud pasó Física 4, Termodinámica o Contratación a la primera y con buenas notas, no se confíe. Falta que pase por la burocracia venezolana, código de asignatura IYCAP (Impredecible Y Complicada A Propósito), un verdadero y último reto al intelecto y carisma que solo el día que terminamos clases aseguramos haber tenido desde siempre. Si tuvo Ud el chance de estudiar en una universidad que de hecho sí guarda los papeles que llevó al momento de inscribirse considérese afortunado y haga una pequeña oración de agradecimiento al culminar el párrafo. De lo contrario, sabrá entonces que debe regresar a su alma mater y , con su mejor sonrisa, se acuerden o no de Ud, solicitar nuevamente toda su documentación. Se recomienda otra oración en este caso para que la misma no se haya extraviado. Fotocopias fondo negro, notas, sellos, firmas, sellos sobre el sello aterior y la firma. Son trámites que sin mayor dificultad compiten con Cadivi, Sitme y hasta obtención de segunda nacionalidad y cambio de apellido juntos. Nos encantan los papeles, los timbres fiscales, todo en sus repectivas carpetas, ordenado, engrapado y numerado, gracias.
Debe poseer su constancia de registro militar. Independientemente de la polémica escuchada en los medios respecto si era o no obligatorio, al Ministerio de Educación poco le interesa en qué quedó la ley o Ledezma. Si desea Ud. ser Licenciado de la República, debe estar debidamente inscrito en alguna de las reservas de la Nación, esperar que no lo llamen a entregarle su casco y fusil antes de conseguir su primer empleo, y no protestar al respecto. El primer trabajo, todo un tema para nosotros los recién graduados venezolanos. Nuestro primer contacto con el mundo laboral para la mayoría tuvo que ver con uno de los tantos requisitos de grado: la pasantía. Esa primera relación de subordinación laboral, usualmente no remunerada, que recordaremos por siempre. Comenzamos la primera semana con aires de grandeza de un adulto contemporáneo que se prepara para comerse al mundo. El cheque (si lo hubo) de quince y último nos hacían cuestionarnos si en vez de comernos el mundo nos alcanzaría para comernos alguna otra cosa. Si Ud tuvo la suerte de tener una pasantía no remunerada como la mía, tenemos el reconfortante pensamiento de que no tuvimos que sacar cuentas para ver para qué nos alcanzaba el sueldo. Qué viva el altruismo! Eventualmente la pasantía se acaba y a pesar de recibir elogios miles por parte de nuestro equipo de trabajo, el presupuesto es limitado y no existen vacantes disponibles. No nos parece el fin del mundo. Agradecidos tomamos nuestras cosas y regresamos a casa con la intención de dar el próximo paso obligatorio: conseguir un buen post grado.
Es en este momento cuando nos acordamos que a pesar de haber sacado la carrera en el tiempo estipulado, mágicamente ya tenemos a la mitad de nuestros amigos en el exterior haciendo su post grado. Parece ser una carrera contra el tiempo, el que saque 3 post grados, se case y tenga al menos dos hijos antes de los 26, gana. Si con todo esto no lograste ser CEO de una compañía, no cuenta, igual pierdes. Intentamos no sentirnos abrumados por la evidente competencia a nuestro alrededor. Con un buen café en mano nos sentamos una tarde libre a revisar qué depara el destino y Google para nosotros. Una lista descomunal de post grados salen a la vista y una lista aún más grande de requisitos de admisión nos hace considerar si eran verdaderamente tan complicados los trámites de graduación. TOEFL, GMAT, LSAT, GRE, GS%T5*27!! Comienza uno a sudar y a anotar las cosas en un pedazo de papel. Es en este momento donde no le parece tan buena idea haber estudiado en un colegio bilingüe y tener sueños y aspiraciones tan altas. Momento de servirnos otro café más cargado que el anterior y disponernos a perder las siguientes dos semanas de nuestras vidas en una constante búsqueda por internet, solo para sentirnos cada día más confundido que el anterior. Algunas personas están más claras respecto a lo que quieren. Nunca falta el cuento de alguien en la familia que antes de aprender a caminar dijo que quería ser doctor, tiene hoy en día 25 años y ya es neurocirujano con master en Standford y presidente de una fundación, producto de sus memorables días de rural con los pemones en Amazonas. Otros no tenemos la suerte de tenerlo todo tan claro y de esta manera tenemos la exquisita capacidad de sentirnos igualmente interesados por un master en Derechos Humanos, Comunicación Política o Contratación Internacional. ¿La relación entre ellos? Poco importa, solo sabemos que podríamos vernos en esas 3, y para ser perfectamente honestos en otras 15 áreas más. ¿Fracaso? Una inexorable pregunta que eventualmente hará su debut en esos 25 días de búsqueda en Google. Uno tan contento en su silla de pasante ganando 0Bf mensuales, sin tener que hacerse estas preguntas tan trascendentales. A todas estas uno se mantiene firme en la batalla, y sin temblarnos el pulso vamos tachando todas las universidades que no ofrecen programa de beca o no centra su ayuda financiera en estudiantes internacionales. Esto en el fondo nos sirve, terminamos eliminando unas cuantas, y a eso del quinto café decidimos que mañana será otro día.
¿Qué hacemos con esta carrera contra el tiempo de hoy en día? ¿En dónde quedó el tiempo de introspección y de dedicarnos a otras cosas que nos gustan? ¿No es acaso precisamente en este tiempo de recien graduados donde podemos darnos el lujo de conseguirlo sin presiones? Pues sorprendentemente, nuestros amigos/conocidos contemporáneos que están en la carrera de la vida también consiguen tiempo para sus hobbies sin dejar a un lado sus responsabilidades. Aquí nos viene a la mente la amiga en la universidad que trabaja 62 horas semanales en la Procter (Olvídense de la Ley Orgánica del Trabajo) y acaba de ganar un concurso a nivel nacional de poesía de donde le publicarán su trabajo y es instructora de yoga para niños los sábados. Muerte rotunda al pretexto de buscar tiempo para otras cosas. ¿Quién dijo que el día tenía 24 horas para todo el mundo? Si ella tiene tiempo para todo eso y además está comprometida ¿qué me da derecho a mi de perder mi tiempo? En la aparente carrera contra el tiempo de mi generación, está la del anillo en mano a la brevedad. No obstante los avances culturales, los incontables logros históricos del movimiento feminista y las nuevas concepciones de globalización que amplían las posibilidades de cualquier mujer de mi edad en cualquier rincón del mundo, aquí queremos casarnos a la brevedad posible, con el novio de toda la vida o de hace seis meses, poco importa, pero casarnos, por favor. (Mantengo la narrativa en plural sólo por fines de armonía literaria, no me incluyo) Venezolano en la dulce década de los 20 que no esté en una relación seria considerando planes de compromiso no está en nada. Quizás es mejor perseverar en esa búsqueda de post grado por internet, a ver si nos conseguimos un francés que no tenga la misma corredera que hay acá y nos deje tener una relación calmada, sin tener que pensar aún en el nombre del perrito de la casa que juntos vamos a comprar o si preferiremos piso de parquet o mármol.
Y así es la vida del recién graduado venezolano. Una probable/riesgosa pertenencia a la población flotante, un tiempo de introspección, un verse inmerso en un dinámica impuesta que puede o no gustarnos pero que al final del día nos rodea y se hace parte de nosotros. Estas sin duda no fueron las inquietudes de los recién graduados de hace algunas décadas, pero admitamos que aunque no la tenemos tan facil, no cambiaríamos esta caótica etapa por nada. Lo mejor está por venir.

No hay comentarios:

.