10 mar 2011

No hay siguiente escalón


Recuerdo la nostalgia que sentía en cada último día de campamento, esa que se sentía también en el asiento del avión o del carro regresando a casa después de un buen viaje. Todavía puedo recordar con exacta precisión el coctel de sentimientos encontrados de aquél último día que me vestí con el uniforme del colegio.

Son muchas las etapas las vividas, muchos finales, muchos cambios y ciertamente muchos miedos. No soy fan de los libros de auto-ayuda pero no puedo negarle a nadie que "¿Quién se ha llevado mi queso?" reposa entre los libros de mi pequeña biblioteca.

Con cada cierre de una etapa me pongo ansiosa, nerviosa y reacia al cambio. Quiero quedarme por siempre cantando en la fogata del último día de campamento, quiero vivir eternamente en mi nuevo lugar de vacaciones, quiero ponerme los zapatos del colegio hasta el último día de mi vida, quiero seguir saltando del trampolín aunque ya todos hayamos crecido. Las lágrimas son las fieles acompañantes del recuerdo, y los suspiros los propulsores del coraje que necesito para ver qué sigue a continuación.

Me toma un tiempo pasar por mi transición melancólica, sí, ciertamente me toma un poco más de tiempo que a otras personas. Sólo cuando estoy lista, cuando releo el susodicho libro, cuando me preparo para lo que viene deseo subir la mirada, y es ahí cuando veo entonces la escalera de mi vida y fijo la mirada en el siguiente escalón obligatorio. Al quitarme el uniforme del colegio me doy cuenta que ahora viene el blue jean de la universidad. Subir el correspondiente escalón evita que me caiga y no toma mucho tiempo para acostumbrarme a estar un poco más alto en mi escalera. A los pocos días ya hasta volteo victoriosa a ver los escalones que dejé atrás. Me río de mi misma pues no entiendo cómo es que me costó subir. Eso sí, trato de no pensar en ese siguiente escalón que me espera con brazos abiertos y que aún así no deseo visitar.

Hoy ese próximo escalón de brazos abiertos parece haberse ido de vacaciones. Se acaba pronto mi etapa universitaria, mis amigos comienzan a casarse y a encontrar su camino profesional. El nuevo tema de conversación son las anécdotas laborales, los anillos de compromiso, las pasantías que se vuelven contrataciones y las preparaciones para exámenes de post grado. A todas estas comienzo yo a buscar desesperadamente mi próximo escalón, quiero conocer ese pedazo de concreto que me va a sostener. ¿En dónde está ese próximo escalón obligatorio? ¿Será que se acabó la escalera de lo que se da por sentado?

Que fácil era subir escaleras a ciegas y qué difícil se ve ahora caminar con ojos de cautela en una vía que de lejos se ve llena de intersecciones y encrucijadas.

2 comentarios:

Pedro Mancera dijo...

Hola Mate! jaja no sabia que tenias un blog , está fina esta entrada. Te dejo la dirección del mio para que lo revises

www.anotacionesaleatorias.com

Anónimo dijo...

Ahora tú construyes tus escalones.

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